viernes, 20 de abril de 2012

EN UN RINCÓN DE MANHATTAN

Jenna Snyder-Phillips posee una apreciación por todo lo que envuelve su trabajo. “El arte otorga un punto más a un interior” dice ella. “Es el toque final. Proporciona una atmósfera y carácter. Con el arte que cuelga en la pared de alguien se puede llegar a conocer a esa persona.”

 
Ese entusiasmo de la artista se pone de manifiesto con la pasión en la que siente los espacios interiores; una de las razones por la que ha llegado a ser una de las favoritas de la comunidad artística y de diseño de Manhattan.

A los 19 años, Jenna se trasladó a Nueva York desde Filadelfia para estudiar diseño de interiores. Después de graduarse, ocupó una serie de puestos de trabajo que la llevaron a la pintura y amplió su apreciación de las posibilidades decorativas de arte.




Los dos años que pasó en Italia (uno en Florencia y otro en Milán) estudiando un master universitario en diseño de interiores, le sirvieron para absorber y captar los recursos culturales incomparables de ese país; siendo un punto decisivo  en su desarrollo como artista. La influencia del renacimiento en la escultura, se puede ver en las proporciones casi reales de sus desnudos, mientras que sus ricos y fluidos trazos abstractos revelan su atracción por las oscuras aguas de la riviera italiana.


(fotografias de Lonny Magazine)

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