miércoles, 30 de julio de 2014

CARTE BLANCHE

Ferdinan Orsini-Rosenberg, el segundo hijo del príncipe Heinrich heredó más de 1.500 metros cuadrados de salones señoriales, a modo de almacén, en el Palacio de GRAFENSTEIN, construido por su familia siete generaciones atrás. 

Sin electricidad ni agua corriente, esta magnífica construcción, en estado cadavérico, está inhabitada. Construida a modo de residencia de verano este castillo vió su máximo esplendor a principios del siglo XX, pronto llegaron los saqueos de las invasiones de la Segunda Guerra Mundial y terminó por convertirse en una residencia para refugiados bélicos.

Igual que los territorios fueron redibujados por los vencedores los salones del castillo fueron redistribuidos y se construyeron particiones menospreciando las molduras y los murales de sus paredes datados por allí el año 1760. Una vez los aliados abandonaron el lugar los refugiados continuaron viviendo allí como arrendatarios, hecho que aumentó la arbitrariedad de los límites de los nuevos salones a habitar. Solo cuando el deterioro general del edificio ya empezó a ser calamitosos la familia reclamó la plena soberanía sobre la propiedad, despedezada ya.




Cuando Ferdinan heredó Grafenstein la mayoría de su contenido se había dispersado o simplemente desaparecido. Encontró amontonadas piezas de cerámica de antiguas estufas de más de dos cientos años, decenas de marcos habían sido despojados de sus lienzos y los archivos de la familia "ordenados" en una investigación en el año 1960 yacían desordenados en cajas y por el suelo. 

Ferdinan fué aconsejado de no tocar ningún de esos bienes hasta no saber exactamente que iba a hacer con ellos. Las reformas en su casa (un antiguo granero de la propiedad) con una colección de arte contemporáneo mezclado con retratos ancestrales le llevó a darse una vuelta por los salones del castillo en busca de algún cuadro "nuevo" que colgar en sus recién pintadas paredes. Encontró cerca de 90 retratos familiares de distintas épocas y tamaños. 

Expuestos todos los observó. Su mente se llenó de caras de personas desconocidas, anónimas, y fallecidas, decidió entonces devolverles a la vida. Tras un proceso de restauración, seleccionó un  grupo de 35 artistas quienes tendrían derecho a escoger una sola obra y usarla como base para una nueva pieza. Estas creaciones se expusieron durante una temporal de verano en el patio del castillo y luego pasaron a formar parte de la colección privada de Ferdinan.



Le costó que los artistas entendieran que tenían carta blanca sobre las antiguas pinturas hasta que les puso un ejemplo: si alguien de ellos le presentaba una urna con las cenizas de una de las obras del siglo XVIII como concepto de la reinterpretación de la pieza él estaría totalmente convencido.

Surgieron piezas no tan espectaculares cómo el esperaba sin embargo algunas de las obras fueron auténticas sorpresas para el. Los seleccionados fueron artistas cómo Alina Kunitsyna (foto 6-título: Mlle Sph@s@), Armin Guerino, David Sebastian Maier (foto 5- sin título), Manfred Bockelmann (foto 8- título: Overdrawings-Four Facets of an Unknown Sitter), Helmut Grill (foto 11- título: Hans), Johannes Zechner (foto 10- título: ), Siegfried Zaworska y Alex Amann (foto 9- sin título) entre otros.

¿Estarán los antepasados de Ferdinan contentos o alterados al ver la transformación de sus retratos? ¿O bien, como piensa el, agradecidos de recuperar la vida familiar a pesar del cambio drástico en apariencia?







(Fotografías de Fritz von der Schulenburg vía World of Interiors)

lunes, 28 de julio de 2014

UNDERSTATEMENT versus OVERSTATEMENT


Hoy comparto un artículo aparecido en el número veraniego de Julio-Agosto de la revista Elle Decoration UK en el que Nicky Haslam debate antes de que Kelly Hoppen y Jonathan Adler escriban el decálogo de la decoración maximalista versus la minimalista.

Me pareció, a mi entender interesante.




(Imágenes de Elle Decoration UK)

jueves, 17 de julio de 2014

HOTEL BUDAPEST by LORENA G.


"Salí del cine y pensé en los muchos detalles hermosos que aparecieron", dijo. "Yo estaba realmente fascinado por la deliciosa puesta en escena y quería revisar la película, cuadro por cuadro, en busca de esas imágenes y que ilustra con cuidado."

Esa fué la primera frase que le vino a la cabeza a Lorena G., una diseñadora gráfica con sede en Barcelona, quien después de ver la película de The Grand Hotel Budapest, Wes Anderson, se puso a trabajar en una serie de veinte ilustraciones que parecen tener una búsqueda del tesoro a través del set de la película, representando cada objeto en la definición de la animación de calidad. 






















(Imágenes de Lorena G. vía trendland.com)

domingo, 13 de julio de 2014

DE BROCANTES

Porqué aún existen lugares dónde encontrar tesoros y recuperar grandes piezas del olvido.










Para D. con todo mi amor.

(Fotografías de Homtwo)

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